viernes, 17 de julio de 2009

SEGUNDA LECTURA: Ef 2, 13-18

* Jesús es nuestra paz. Es el gran fruto de nuestra fe, la razón por la que sabemos que aún a pesar de las contrariedades de la vida podemos estar confiados y seguros en las manos de quien nos ama tal y como somos.
San Pablo nos recuerda otro gran misterio de la Encarnación: En Jesús, el Cristo, se ha creado un solo hombre nuevo. Ya no hay dos pueblos (judíos y gentiles), sino que las promesas de Dios son para todos los hombres que quieran seguirlo y se consolida con el fin de la enemistad y la proclamación de la Buena Noticia.

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso.

Hermanos: Ahora, en Cristo Jesús, ustedes, los que antes estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz: Él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones. Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona. Y él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que estaban lejos, paz también para aquéllos que estaban cerca. Porque por medio de Cristo, todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor

No hay comentarios: