viernes, 26 de junio de 2009

PRIMERA LECTURA: Sab 1, 13-15; 2, 23-24

* Dios pensó un mundo pleno, en el cual la muerte y la maldad no tienen cabida. Sin embargo, tenemos que padecerla. El libro de la Sabiduría nos recuerda que el mundo, sus criaturas y sobre todo el hombre, fueron creado, con y por amor. Y que el origen del mal no es otro que la envidia y la soberbia.
San Agustín reconocerá en sus Confesiones que Dios es el verdadero gozo y la verdadera paz de nuestro corazón, si lo buscamos sinceramente y libremente nos sometemos a Él. Porque al estar unidos a Él, es cuando somos verdaderamente nosotros mismos.
Lectura del libro de la Sabiduría.
Dios no ha hecho la muerte ni se complace en la perdición de los vivientes. Él ha creado todas las cosas para que subsistan; las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas ningún veneno mortal y la muerte no ejerce su dominio sobre la tierra. Porque la justicia es inmortal. Dios creó al hombre para que fuera incorruptible y lo hizo a imagen de su propia naturaleza, pero por la envidia del demonio entró la muerte en el mundo, y los que pertenecen a él tienen que padecerla.
Palabra de Dios.

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