* Dios es quien dispone: las cosas, los tiempos. Pero elige respetar nuestra libertad y nos propone participar de su proyecto. Sólo así, cuando el hombre y Dios están en la misma sintonía, es que se hacen nuevas todas las cosas. Jesús, toma el rito de la Pascua que Dios le había pedido a Moisés que transmitiera y no sólo lo resignifica: Lo lleva a su máxima expresión.
La transubstanciación, ese misterio de Amor, esa humildad divina de querer quedarse hasta el fin del mundo con el hombre, por Amor y en el Amor, es la que nos alimenta y reconforta.
Abramos nuestra mente para dejar que el Espíritu nos ilumine en este misterio, pero sobre todo, abramos nuestro corazón, para que Dios verdaderamente, sea en nosotros y nosotros seamos verdaderamente Hijos de Él.
La transubstanciación, ese misterio de Amor, esa humildad divina de querer quedarse hasta el fin del mundo con el hombre, por Amor y en el Amor, es la que nos alimenta y reconforta.
Abramos nuestra mente para dejar que el Espíritu nos ilumine en este misterio, pero sobre todo, abramos nuestro corazón, para que Dios verdaderamente, sea en nosotros y nosotros seamos verdaderamente Hijos de Él.
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
El primer día de la fiesta de los panes ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?". Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: "Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: '¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?'. Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario". Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua. Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen, esto es mi Cuerpo". Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: "Ésta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios".
Palabra del Señor.
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