sábado, 9 de mayo de 2009

SALMO: Sal 21, 26-28. 30-32

* El salmista alaba la grandeza de Dios: El que obra a través de sus amigos con los más débiles; El que no hace diferencia entre personas; El mismo para vivos y muertos; El que es recordado no por lo que hizo, sino por lo que hace.

R. Te alabaré, Señor, en la gran asamblea.

Cumpliré mis votos delante de los fieles: los pobres comerán hasta saciarse y los que buscan al Señor lo alabarán. ¡Que sus corazones vivan para siempre! R.

Todos los confines de la tierra se acordarán y volverán al Señor; todas las familias de los pueblos se postrarán en su presencia. R.

Todos los que duermen en el sepulcro se postrarán en su presencia; todos los que bajaron a la tierra doblarán la rodilla ante él. R.

Mi alma vivirá para el Señor, y mis descendientes lo servirán. Hablarán del Señor a la generación futura, anunciarán su justicia a los que nacerán después, porque ésta es la obra del Señor. R.

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