sábado, 16 de mayo de 2009

PRIMERA LECTURA: Hech 10, 25-26. 34-36. 43-48

* La Paternidad de Dios sobre todos los pueblos, sin distinción, sobre cada uno de nosotros, tal y como somos, queda manifestada en este pasaje del libro de Hechos. La humildad de Pedro, queda confirmada por su docilidad a la Voluntad de Dios que actúa a través de su Espíritu.

Lectura de los Hechos de los apóstoles.
Cuando Pedro entró en la casa del centurión Cornelio, éste fue a su encuentro y se postró a sus pies. Pero Pedro lo hizo levantar, diciéndole: "Levántate, porque yo no soy más que un hombre". Después Pedro agregó: "Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas, y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a él. Él envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre". Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban la Palabra. Los fieles de origen judío que habían venido con Pedro quedaron maravillados al ver que el Espíritu Santo era derramado también sobre los paganos. En efecto, los oían hablar diversas lenguas y proclamar la grandeza de Dios. Pedro dijo: "¿Acaso se puede negar el agua del bautismo a los que recibieron el Espíritu Santo como nosotros?". Y ordenó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara con ellos algunos días.
Palabra de Dios.

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