sábado, 9 de mayo de 2009

PRIMERA LECTURA: Hech 9, 26-31

* Los incios de la Iglesia fueron como el de todas las instituciones: Desconfianza, temores, valentía, amistad sincera, vocación. Pero es gracias a la Acción del Espíritu Santo, a su Guía y Asistencia que, antes como hoy, sigue siendo fiel al mandato de Jesús para cumplir la voluntad del Padre.

Lectura de los Hechos de los apóstoles.
En aquellos días: Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían desconfianza porque no creían que también él fuera un verdadero discípulo. Entonces Bernabé, haciéndose cargo de él, lo llevó hasta donde se encontraban los apóstoles, y les contó en qué forma Saulo había visto al Señor en el camino, cómo le había hablado, y con cuánta valentía había predicado en Damasco en el nombre de Jesús. Desde ese momento, empezó a convivir con los discípulos en Jerusalén y predicaba decididamente en el nombre del Señor. Hablaba también con los judíos de lengua griega y discutía con ellos, pero estos tramaban su muerte. Sus hermanos, al enterarse, lo condujeron a Cesarea y de allí lo enviaron a Tarso. La Iglesia, entre tanto, gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba consolidando, vivía en el temor del Señor y crecía en número, asistida por el Espíritu Santo.

Palabra de Dios.

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