Amigos: ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
No se puede saber algo sin probarlo, gustar y probar van de la mano.
Así debe ser nuestra relación con Dios: No una elocubración de argumentos lógicos firmemente constituidos o un desarrollo teológico infalible. Debe ser, ante todo, un gustar, una experiencia real vivida hasta el extremo de alimentarnos diariamente con el único afán de ver a Dios en su Monte Santo.
Estos pasajes que la Liturgia propone este domingo, nos recuerdan la dimensión de "viático" que la Eucaristía representa para nosotros. Y ciertamente es viático porque el mismo Jesús pasó por nuestra historia y pasa hoy, a cada instante, por mi historia personal.
¿Seremos capaces, como los discípulos de Emaús, de reconocerlo al partir el pan?
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