viernes, 28 de noviembre de 2008

Primera Lectura: Is 63, 16b-17. 19b; 64, 2-7

* Isaías exclama: "¡Si rasgaras el cielo y descendieras!", pidiendo que el Señor se haga presente en medio de su pueblo con su Justicia.

Lectura del libro de Isaías.
¡Tu Señor, eres nuestro padre, nuestro Redentor es tu nombre desde siempre!¿Por qué, Señor nos desvías de tus caminos y endureces nuestros corazones para que dejen de temerte?¡Vuelve, por amor a tus servidores y a las tribus de tu herencia!¡Si rasgaras el cielo y descendieras, las montañas se disolverían delante de ti! Cuando hiciste portentos inesperados, que nadie había escuchado jamás, ningún oído oyó, ningún ojo vio a otro Dios, fuera de ti, que hiciera tales cosas por los que esperan en alta vas al encuentro de los que practican la justicia y se acuerdan de tus caminos. Tu estas irritado; y nosotros hemos pecado, desde siempre fuimos rebeldes contra ti. Nos hemos convertido en una cosa impura, toda nuestra justicia es como un trapo sucio. Nos hemos marchitado como el follaje y nuestras culpas nos arrastran como el viento. No hay nadie que invoque tu nombre, nadie que despierte para aferrarse a ti, porque tú nos ocultaste tu rostro y nos pusiste a merced de nuestras culpas. Pero tu, Señor, eres nuestro padre, nosotros somos la arcilla, y tu, nuestro alfarero:¡todos somos la obra de tus manos!
Palabra de Dios.

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