Queridos amigos.
Después de haber honrado ayer a “todos los santos”, hoy conmemoramos a “todos los fieles” que ya partieron a la Casa del Padre.
No rezamos por los muertos: rezamos por los que viven junto a Dios.
Celebramos así, la “fiesta de la esperanza cristiana”, que se fundamenta en la palabra de Jesús: Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá.
Hoy la Liturgia nos invita a celebrar la vida, no la muerte porque celebramos el destino de eternidad al que nos invita el amor de Dios todos los días.
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